Estudios Bíblicos en Siguiendo sus Pisadas |
Buscando la voluntad de Dios
por Ray C. Stedman
traducido por Juanita
Contesse G
¿Existe un problema más difícil para un cristiano, especialmente para un joven cristiano, que saber cuál es la voluntad de Dios? En conferencias para jóvenes, donde se hacen encuestas sobre temas que a ellos les gustaría conversar, este tema siempre resulta con una preferencia mayoritaria. Es posible que esto no sea ningún problema o que sea un misterio muy serio, que nos deja perplejos. Por supuesto que existen cristianos no crucificados, que hacen chasquear sus dedos frente a esta materia - conocer la voluntad de Dios y viven a su manera, haciendo surgir así preguntas muy serias, tal como si son realmente cristianos. Pero para cualquiera que toma seriamente la fe cristiana, por lo general es un asunto muy importante y se sienten aproblemados con esta pregunta: "¿Cómo puedo conocer la voluntad de Dios?"
Es muy significativo considerar
cómo se formula esta pregunta. Con frecuencia, la voluntad de Dios es
concebida como un tipo de programa. Esta idea se ve reflejada en el tipo de
preguntas que se hacen:
§ ¿Cómo puedo saber lo que Dios quiere que haga?
§ ¿Con quién desea Dios que me case?
§ ¿Qué tipo de trabajo debo hacer?
§ ¿Dónde debería vivir?
Tales preguntas indican que en la mente de aquellos que se las formulan, el problema de conocer la voluntad de Dios, se ha convertido en un tema de guía personal. "¿Cómo me indicará Dios que me ha elegido?" "¿Qué señales tienes que buscar para saber cuál de los dos objetivos es el verdadero?" "¿En qué medida intervienen las circunstancias?" "¿En qué grado me dejo llevar por lo que me sucede?" Estas son las preguntas más usuales relacionados con este tema de la voluntad de Dios.
Deseo poner en claro, al iniciar este estudio, que si nuestra aproximación a este tema es así, no llegaremos a una respuesta satisfactoria. Les hablo de años de experiencias frustrantes, durante los cuales intenté encontrar la voluntad de Dios, de esta forma. No llegué a una respuesta hasta que me di cuenta que me estaba aproximando al problema en forma errada.
Esto sucede con muchas
de las preguntas que nos confunden y nos enredan, en relación con la
vida cristiana. Pues la voluntad de Dios, no es un programa; es una relación
con Él. No es lo que hacemos; es lo que somos. No es, en primer lugar,
una cuestión de guía (admito que es parte de ello; pero es una
parte ínfima); en realidad es una cuestión de aceptación.
¿Los he confundido lo suficiente?
Entonces, es tiempo de
acercarnos a las Escrituras, a un pasaje que estoy seguro nos ayudar á.
Sólo hay dos pasajes en el Nuevo Testamento, donde leemos la frase: "esta
es la voluntad de Dios" y ambas las encontramos en la Primera Carta de
Pablo a la iglesia de Tesalónica. Empezaremos con el primer pasaje, que
se encuentre en el Capitulo 4, versículo 3:
"Pues la voluntad de Dios es vuestra santificación"
Esta es la voluntad de Dios: ¡¡tu santificación!! Pues bien,
es obvio que cualquiera sea el significado de la santificación (y esta
es una de aquellas palabras confusas de nuestro vocabulario cristiano), tiene
que ver por lo menos con lo que somos y no con lo que hacemos.
Como la mayoría de ustedes sabe, esta palabra tiene la misma raíz
que nuestra palabra 'santo'. Si tuviéramos que buscar una palabra que
expresara exactamente el significado de la palabra 'santificado', sería
'sagrado'. "Pues la voluntad de Dios es vuestra santificación".
¿Qué significado
le damos a algo, al decir que es santo? Miremos la Biblia; allí dice:
"Santa Biblia". ¿Qué la hace santa? La tierra de Israel,
es llamada: "Tierra Santa" y la ciudad de Jerusalén, es llamada:
"Ciudad Santa". ¿Por qué? Existe una característica
común en ellas. ¡Son de propiedad de Dios! Esa es la razón
de su santidad: pertenecen a Dios. Quizás, una de las formas que más
ayuda a expresar la voluntad de Dios, es verla en forma práctica. La
voluntad de Dios es simplemente que llegues a ser propiedad Suya. "Pues
la voluntad de Dios es vuestra santificación"; que llegues a ser
de Su propiedad.
Pedro dice exactamente, en su Primera Carta, dirigida a los cristianos dispersos,
en el Capítulo 2, versículo 9:
"Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa,
pueblo adquirido por Dios" {1ª Pedro 2:9ª}
Parafraseando "pueblo adquirido por Dios", podríamos decir:
"un pueblo de Su propiedad" Propiedad de Dios - pueblo que le pertenece
y que posee. El pensamiento es más que la idea que Él te posee;
también implica el pensamiento de que Dios habita en ti - eres Su Hogar.
Tal como lo expone Pablo en forma tan hermosa en su oración en Efesios
3:
"Para que habite Cristo por la fe en vuestros corazones... " {cf.
Efesios 3:17ª}. Esa es la voluntad de Dios.
Él es santo y es Su presencia en nosotros, lo que nos hace santos. Debido
a que Él mora en nosotros, somos de Su propiedad y Su derecho como tal,
se extiende al hombre en su totalidad, a cada parte de su ser. Veamos cómo
Pablo lo pone en esta misma carta - Primera Tesalonicenses 5:23. Su oración,
es:
"Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser,
espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de
nuestro Señor Jesucristo" {1ª Tesalonicenses 5:23}
"El Dios de paz mismo". Es Él quien nos hace santos; es Su
presencia que mora en nosotros, que nos hace de Su propiedad. La versión
simplificada de la oración de Pablo, en Efesios 3, lo expresa maravillosamente,
así: "Que el Dios de paz los mantenga perfectamente limpios, para
que en espíritu, alma y cuerpo sean ustedes fuertes e irreprensibles
hasta el día en que el Señor vuelva".
La presencia de Dios en nuestro espíritu, alma y cuerpo, es la voluntad de Dios para nosotros; pero es algo completamente voluntario. El amor nunca nos obliga y Dios es amor. Por lo tanto, la voluntad de Dios es que voluntariamente permitamos que Él viva en nosotros, en los tres ámbitos de nuestro cuerpo: Cuerpo, alma y espíritu. Es la voluntad de Dios morar en ti y controlarte integralmente: cuerpo, alma y espíritu. (O poniéndolo en el orden que corresponde al orden escritural: espíritu, alma y cuerpo). Pero deberás estar de acuerdo con ello. Él jamás nos forzará a hacerlo.
Si es posible, imagínese a un hombre o a una mujer; a un niño o niña, en el que todo su espíritu, alma y cuerpo, esté incondicionalmente y sin reservas a la disposición de Dios, que mora en estas personas y que está dispuesto a obrar a través de la mente humana y de la voluntad de ese hombre o mujer, niño o niña. Si te encuentras con una de estas personas, ¿a quién ves - a la persona o a Dios? Verás a Dios obrando. Esa es la voluntad de Dios para nosotros. Señor de señores y Rey de reyes, ¿a quién vería el mundo - a ti o a Cristo en ti? Esto es lo que queremos decir, cuando cantamos:
Que la belleza de Jesús
sea vista en mí,
Y Su maravillosa pasión y pureza;
Oh, Tú, Espíritu divino, refina toda mi naturaleza
(¡No! ¡No! ¡No es así! Dios no está dedicado
a refinar naturalezas. "Posee toda mi naturaleza" ¡Así
es! Pero dices: 'Así no rima'. No me importa si rima o no, de todos modos
esa es la verdad).
Oh, Tú, Espíritu divino, posee toda mi naturaleza,
Hasta que la belleza de Jesús, sea vista en mí.
Ahora, estamos listos para formular nuestra primera declaración de lo que es la voluntad de Dios.
1. La voluntad de Dios,
es una posesión permitida
No hablemos acerca de buscar lo que Dios nos está pidiendo: una sumisión
voluntaria a Su deseo de morar en nosotros -cuerpo, alma y espíritu-
de manera que tu ser sea la expresión total de Su vida. ¿Ves esto?
No hables de buscar la voluntad de Dios en ningún otro término
que no sea este: "Esta es la voluntad de Dios, incluso tu santificación"
La pregunta que Dios te hace, es: ¿Deseas que esto sea verdadero? ¿Estás
de acuerdo con ello?
Esto es porque Pablo comienza ese maravilloso Capítulo 12 de Romanos,
con la exhortación:
"Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que
presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios,
que es vuestro culto racional. No os conforméis a este siglo, sino transformaos
por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis
cual sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta" {cf. Romanos
12:1,2}
Esa es la voluntad de Dios. Un cuerpo presentado a Dios para Su uso exclusivo.
¿Qué piensas de esto?
¿Consideras que es una intrusión, una interrupción de tus
planes o de tus programas? ¿O crees que es un honor infinito que meras
criaturas pueden ser la expresión completa de la vida santa y magnífica
de Dios?
Esto es lo que Pablo llama el cumplimiento inteligente de Su propósito.
Ahora bien, nunca encontraras la voluntad de Dios, si no empiezas por ahí.
¿Has hecho alguna vez una presentación inteligente a Dios de ti
mismo, de tu cuerpo, de tu alma (de toda tu vida emocional y racional) y de
tu espíritu? ¿Te has presentado alguna vez tal como eres -nada-
de manera tal que puedas tener lo que Él es -todo- y enfrentar cada día
una expectación completa de que Su vida se manifestará en ti?
Esto es el cristianismo. Esta es la voluntad de Dios.
Pues bien, ya sé lo que muchos de ustedes están pensando: "Oh,
he oído esto antes. Conozco esta verdad y me he entregado a ella y cuando
lo hice, fue de corazón. Puedo mirar hacia atrás más de
una vez, cuando me presenté a Dios, diciéndole: 'Señor
aquí estoy, tómame, úsame' y cada palabra que dije fue
de corazón. Pero en el momento en que me vi presionado, cuando me sobrevino
la tentación, cuando abandoné el servicio de la iglesia y me aparté
del resto de los cristianos voluntariamente, en medio de presiones y frustraciones
y con actitudes agresivas y mundanas, me di cuenta que era demasiado débil
para hacer lo que pretendía. Sé cuál es la voluntad de
Dios para mí; pero mi problema no es lo que Dios desea que haga, sino
cómo hacerlo'.
Deseo que sepan que no existe mejor conciencia de este aspecto del problema, que la del Apóstol Pablo. Lean la biografía gráfica que da en el Capítulo 7 de Romanos y verán que está completamente imbuido en este sentimiento de frustración y confusión. Dice: "Y yo sé que en mí, esto es en mi carne, no mora el bien; porque el querer el bien esta en mí, pero no el hacerlo" {Romanos 7:18}. Ese es el problema. "Puedo querer lo que está bien; pero no puedo hacerlo".
Ahora bien, Pablo no olvidó
este aspecto cuando les escribió a los tesalonicenses. La cuestión
del 'cómo' está fuertemente en él mientras escribe. Observen
los versículos 1 y 2 del Capítulo 4:
"Por lo demás hermanos, os rogamos y exhortamos en el Señor
Jesús, que de la manera que aprendisteis de nosotros cómo os conviene
conduciros y agradar a Dios, así abundéis más y más.
Porque ya sabéis qué instrucciones os dimos por el Señor
Jesús" {1ª Tesalonicenses 4:1-2}
Trató este asunto detalladamente con ellos. Esto fue algo muy básico,
elemental y fundamental en el evangelio que él les predicó. "Sé",
dijo, "que no sacamos nada con decirles lo que tienen que hacer sin decirles
cómo deben hacerlo y esto es lo que he tratado con ustedes". Cuidadosamente
les dio las instrucciones que él mismo recibió directamente del
Señor Jesús y que ellos ya estaban haciendo. Les dice: "Tal
como lo están haciendo, perseveren". Esta gente sabía el
'cómo', así también como el 'qué'. Y tenemos una
clave en cuanto a lo que estas instrucciones incluían con respecto al
'cómo' en la siguiente frase: "agradar a Dios". Había
enseñado a los cristianos tesalonicenses, cómo agradar a Dios.
¿Qué clase de vida agrada a Dios? ¿Qué ingrediente
es absolutamente esencial para que toda vida le agrade a Él? Tal vez
ya estén pensando en Hebreos 11:6 - "Sin fe es imposible agradar
a Dios". Observen que no dice que es difícil - ¡dice que es
imposible! Por lo tanto, la vida que agrada a Dios es aquella vida que se vive
por fe. Esta es la calidad esencial que Pablo impartía a aquellos cristianos
tesalonicenses, mediante las instrucciones dadas a él por el Señor
Jesús. Deben vivir una vida de fe.
En este contexto, la fe significa simplemente creer que la visión de
Dios sobre algo es verdadera, sin considerar lo que los demás digan.
La manera cómo miremos una tentación, hace la diferencia en el
mundo de poder que está sobre nosotros. Si Dios dice que algo es malo
y nosotros decimos que es bueno, muy pronto estaremos haciendo eso y estaremos
bajo su poder y viceversa, si Dios dice que algo es bueno y nosotros decimos
que es malo, nunca descubriremos la gloria y la libertad de ello. La fe cree
en ello en la cruz de Jesucristo. Dios tomó su vida vieja recibida de
Adán y la juzgó como no teniendo nada bueno en ella; la sentenció
y la ejecutó. La fe cree que no hay nada en usted que sea bueno en sí
mismo; que las habilidades y conocimientos que el mundo pudiera aplaudir y aclamar
como algo maravilloso y precioso, en realidad no sirven para nada en lo que
tendría algún valor según la visión de Dios. La
fe cree en ello. Y la fe cree que en su lugar, Dios le dio una base completamente
nueva para obrar de manera que ya no intente más ser bueno con sus propios
esfuerzos, sino que poniendo en práctica la promesa de Dios de hacer
en usted y por medio de usted, lo que no pueda hacer solo, que es absolutamente
todo. ¿Comprende este principio? ¿Se ha dado cuenta de la diferencia
entre el mejor intento que hace al realizar algo para Él y Jesucristo
haciendo lo mejor Suyo a través de su humanidad obediente? ¿Ha
descubierto esto?
Esta es la segunda parte de la voluntad de Dios.
2. No sólo es una
posesión permitida, sino que también un principio percibido.
Es una vida de fe la que agrada a Dios, por una situación similar y mirarla
como Él la mira.
Ahora bien, supongamos que usted lo hace. Supongamos que usted desea pertenecer
a Dios. Incluso lo desea; quiere con todo su corazón que su vida humana
sea la expresión de todo lo que Dios es y usted comprende que cada circunstancia
que encuentre debe ser mirada desde el punto de vista de Dios y actuar en esa
base. Entonces, ¿cómo estar seguro de haber encontrado la voluntad
de Dios? ¿Qué marca indiscutible le indicará a usted y
a los demás, que usted es un cuerpo lleno e inundado con Dios mismo?
¿Sabe lo que eso sería? Inevitablemente, ¡esa marca será
la pureza puesta en practica! Pablo declara:
"...que os apartéis de fornicación; que cada uno de vosotros
sepa tener su propia esposa en santidad y honor; no en pasión de concupiscencia,
como los gentiles que no conocen a Dios; que ninguno agravie ni engañe
en nada a su hermano, porque el Señor es vengador de todo esto, como
ya os hemos dicho y testificado. Pues no nos ha llamado Dios a inmundicia, sino
a santificación. Así que el que desecha esto, no desecha a hombre,
sino a Dios" {1ª Tesalonicenses 4:3b-8}.
En un punto de este pasaje, nuestra 'Versión Revisada', es débil;
incluso está equivocada. La frase: "que cada uno de vosotros sepa
tener su propia esposa en santidad y honor", es solo una interpretación,
pues lo que literalmente dice, es:
"...que cada uno de vosotros sepa como tener su vaso en santidad y honor"
Si usted es una niña soltera, tal vez su corazón dio un brinco
con expectación al leer en las Escrituras el mandato que todo joven debe
tener su propia esposa. Siento mucho tener que quitarle este pasaje; pero es
que no dice esto. Lo que dice, es: "debéis aprender a poseer vuestro
propio vaso en santidad y honor: Otras traducciones se refieren a "dominad
vuestro cuerpo" o "controlad vuestro cuerpo". Esto es más
aceptable si recuerdan que el cuerpo significa bastante más que el mecanismo
físico con sus cinco sentidos. También incluye la mente y el corazón,
las emociones. El 'vaso' implica nuestra estructura de vida completa, nuestro
mecanismo de vida: cuerpo, mente y alma.
Esto está claramente establecido en otro versículo, donde leemos:
"Esta es la voluntad de Dios". Capitulo 5 de Primera a los Tesalonicenses,
Versículo 18.
"Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros
en Cristo Jesús" {1ª Tesalonicenses 5:18}
Aquí vemos con claridad que la mente y la voluntad, están relacionadas.
Dar gracias, gozarse en toda circunstancia. Esto implica más entonces
que el cuerpo, por lo que "la posesión del vaso" involucra
al hombre en su totalidad.
Ahora llegamos a nuestro tercer y ultimo punto de la voluntad de Dios.
3. La voluntad de Dios no sólo es una posesión permitida y un
principio percibido. Además, está visiblemente evidenciada por
una pureza practicada.
Deseo leerles estos versículos en la Versión de Phillips (traducción
literal de la versión en inglés):
"Cada uno de ustedes debe aprender a controlar su cuerpo, manteniéndolo
puro y tratándolo con respeto y nunca considerarlo como un instrumento
para la autosatisfacción, como lo hacen los paganos en su ignorancia
de las cosas de Dios. No puedes quebrantar esta regla sin engañar en
cierto modo al resto de los hombres. Y deben recordar que Dios castigará
con rigor a todos quienes le ofenden con relación a este pecado y se
lo hemos advertido según hemos visto esto en nuestra experiencia de vida.
Dios no nos ha llamado a vivir en impureza, sino en santidad. El que se niegue
a observar estas reglas, no desobedece las leyes humanas, sino las leyes de
Dios, quien es el que da al Espíritu Santo" {1ª Tesalonicenses
4:3b-8}.
Díganme una cosa,
¿no es cierto que las Escrituras abordan la vida tal como las conocemos?
Hace algunos días, un padre cristiano me contó que su hijo adolescente,
se acercó a el diciéndole: "Papá, sé lo que
el cristianismo dice acerca del sexo fuera del matrimonio; pero juzgando esto
de acuerdo a lo que mis amigos dicen, siento que me estoy perdiendo algo. Siento
que la vida esta pasando por mi lado y que hay algo sobre lo que se me ha estado
mintiendo. Papá, quiero que sepas que quiero averiguarlo por mí
mismo"
Aquí tenemos la mentira satánica con todo su atractivo: No piensen
ni por un momento que esta presión, esta temible presión para
usar el cuerpo erróneamente, para usarlo como instrumento de la auto
gratificación, no la sienten nuestros jóvenes cristianos con todo
el poder en casi todos los momentos de su vida, en nuestros días. Les
confieso que esta semana lloré de frustración y pena al encontrar
en este auditorio una nota arrugada que había estado circulando entre
nuestros jóvenes durante el servicio de la noche de la semana pasada,
que contenía una serie de palabras sucias y obscenas. Lloré con
profunda frustración, tratando de comunicarles el terrible peligro de
estas cosas y de la facilidad con que muchos de ellos son engañados y
conducidos a descuidar estas materias.
Pero observemos cómo
Pablo maneja esta situación. Regresa al principio de la fe. Señala:
"Les advierto que lo que Dios ha dicho sobre esto, resultará ser
verdadero. Satanás es un mentiroso. Lo que aparentemente ofrece, nunca
lo entrega; nunca podrá cumplirlo".
Lo que el joven pensó que sería suyo por medio de la gratificación
de sus deseos carnales fuera del matrimonio, nunca lo logrará. Pablo
dice: "No les estoy sermoneando. No es una mera prédica. Les estoy
diciendo la verdad. El resultado es completamente predecible. Lo que Dios dice,
sucederá. El Señor es el vengador de todas estas cosas".
Que trágico es el
peaje que se nos saca diariamente por causa de este terrible engaño,
de esta espantosa declinación moral; un peaje que encuentra su expresión
en tensión, tormento y colapso nervioso, en enfermedad mental, desesperación
e incluso el suicidio. La tasa crece y crece y pareciera que estamos completamente
ciegos de la causa que lo provoca. "Dios es el vengador de todas estas
cosas", dice Pablo. Les escribe a los efesios y en el Capitulo 5, dice:
"Pero fornicación y toda inmundicia, o avaricia, ni aún se
nombre entre vosotros, como conviene a santos, ni palabras deshonestas, ni necesidades,
ni truhanerías, que no convienen, sino antes bien acciones de gracias.
Porque sabéis esto, que ningún fornicario, o inmundo, o avaro,
que es idólatra, tiene herencia en el reino de Cristo y de Dios. Nadie
os engañe con palabras vanas, porque por estas cosas viene la ira de
Dios sobre los hijos de desobediencia". {cf. Efesios 5:3-6}.
Les digo, es necesario ser poderosos para vivir hoy día. Lo saben, ¿no
es cierto? Vivir afuera en el mundo de los negocios, con sus prácticas
afiladas y su moral fácil; en el mundo social, con su constante énfasis
en la gratificación de la carne. En todas las áreas de nuestra
vida, es necesario ser valientes para vivir. Pero no es su poder, es el poder
de Dios. Él es el único poder adecuado. Y permítanme agregar
esto: ¡Los tiempos que estamos viviendo, están rápidamente
envolviendo a los falsos! Si no ha aprendido lo que la voluntad de Dios es en
términos de su experiencia, todas las fachadas que ha erigido para que
otros las vean, se derrumbarán hasta quedar en ruinas a sus pies, a medida
que la presión de los tiempos aumente y exponga la materia podrida de
su vida.
"Esta es la voluntad de Dios, vuestra santificación", de forma
tal que pueda ser un cuerpo completamente lleno e inundado por Dios mismo.
Qué
desafío, qué gloria, qué cosa tan maravillosa que en medio
de esta corriente arrasante de inmoralidad que acarrea todo hacia la destrucción,
permanezcan aquellos que son capaces de permanecer en completa pureza, reflejando
el amor, la gracia y la gloria de la vida de Jesucristo. ¡Esta es la voluntad
de Dios!
Cuando usted conoce esto, el asunto de ser guiados se soluciona solo. Es fácil
para Dios guiar a quienes le pertenecen en cuerpo, alma y espíritu.
Quizás debiéramos
tomarnos un momento para permitirnos en la soledad de nuestra propia relación
con Dios, hablarle y presentarle -en caso de no haberlo hecho antes- nuestro
cuerpo, alma y espíritu como Su propiedad y recordar que esto sólo
se mantiene en la medida que creamos en Él en toda circunstancia que
pueda sobrevenir. Esta es la vida de fe. Así y sólo así
podrá practicar la pureza de cuerpo, alma y espíritu que es el
propósito y la voluntad de Dios para usted en el día de hoy.
En un momento de silencio y en oración, ¿estaría dispuesto
a comprometerse nuevamente con Él, con Su gracia preservadora en este
mundo peligroso?
Oración:
Padre nuestro, gracias por estas verdades poderosas, por saber que toda la gloria
y belleza de la vida, tal como Tú lo pretendes, pueda ser cumplida en
cada uno de nosotros sin dudas ni reservas, cumpliendo Tu voluntad y llegando
a ser de Tu propiedad. Oramos, Señor, para que sobre nosotros caiga el
completo significado de todo esto, mientras caminamos en este gran principio
- que Tú estás en nosotros. En nosotros Señor, en nuestra
vida, en nuestra fuerza, en nuestra victoria, en nuestra paz, en nuestra santificación.
Gracias. En el nombre de Cristo, Amen.