Estudios Bíblicos en Siguiendo sus Pisadas |
Cómo manejar el conflicto institucional
por Floriano Ramos Esponda
Introducción
Desde el momento en que el hombre fue creado, surgió el conflicto. Conflicto de decisiones, ¿qué haré? Las mismas decisiones que el hombre tomó, lo llevaron a otra serie de conflictos que de alguna manera encontramos reflejados a lo largo de toda la historia. Debemos aceptar de hecho, que en la vida, la vida que Dios creó y declaró como buena, se incluye necesariamente el conflicto.
El hombre y Dios están en conflicto, el varón y la mujer están en conflicto, Caín y Abel no pudieron resultar vencedores de su conflicto. Josué tuvo que animar al pueblo de Israel a definirse, encarando así el conflicto de servir a Jehová o a otro dios. David vivió rodeado de conflictos, los profetas anunciaron las buenas nuevas que traían conflicto al pueblo. Jesús es libertador, pero a la vez originador de conflicto en la toma de decisiones. El conflicto es un hecho irrefutable a la luz de la historia. La Biblia misma es el libro de los conflictos, desde la creación del universo, pasando por el conflicto cósmico que se desarrolla a lo largo de ella, hasta llegar a los conflictos de la incipiente iglesia cristiana.
La iglesia es un cuerpo. Como tal tiene miembros y funciones diferentes. Se mueve hacia un mismo fin, y obedece a una misma cabeza. Para que este organismo viva, crezca, sirva y se reproduzca, necesita armonía interna, inteligente correspondencia y trato amoroso entre sus diferentes miembros.
La creación, desarrollo y mantenimiento de este ambiente es una de las importantísimas funciones del Espíritu Santo y de los líderes. Por eso es muy válido el principio de que todo pastor es un creador de relaciones, y que toda iglesia es una trabazón de relaciones.[1]
El conflicto en cierta medida es un mal necesario, algo que puede causar daño a una institución, pero que, si es bien manejado, origina beneficios a la misma.
En este acercamiento al tema, veremos primeramente qué es el conflicto, luego su inevitabilidad; en seguida observaremos sus funciones, de ahí pasaremos a apreciar las señales de conflicto, posteriormente veremos cómo encarar el conflicto, entonces notaremos que los conflictos son reales, y por último, aprenderemos que el conflicto puede ser encarado con metas predeterminadas.
¿Qué es el conflicto?
El término “conflicto” tiene muchas acepciones. Comúnmente estas definiciones expresan "problemas entre dos partes o incompatibilidad de intereses, metas, recursos, etc." Estas acepciones enfocan el conflicto desde un punto de vista negativo, pero el conflicto no precisamente es negativo. Puede también ser definido como "la necesidad de los individuos de expresar sus diferencias, potencialidades, creatividad y crecimiento". De esta manera, se ubica al conflicto de una manera positiva y como parte de nuestras experiencias cotidianas.
La palabra latina conflictus es un compuesto del verbo fligere, flictum, de donde se derivan affígere, affictum e inflígere, inflictum, afligir, infligir. Significa chocar.
Así pues, el conflicto es, de acuerdo a su origen, un choque.
Los diccionarios modernos lo definen como: “Lo más recio de un combate”. “Punto en que aparece incierto el resultado de la pelea” (Real Academia); “choque de combate”, “lucha, antagonismo” (Larousse).
Los diccionarios de psicología restringen el significado: “Estado emotivo doloroso producido por una tensión entre deseos opuestos y contradictorios”.[2]
La iglesia local se enfrenta día con día al conflicto. Muchas ocasiones, consciente y hasta dolorosamente, mientras que otras veces inconsciente y hasta imperceptiblemente. Pero por ahora, se reconoce que aprender a tratar con los conflictos es un aprendizaje necesario y crucial para el ministerio de la iglesia o institución cristiana.
El conflicto es inevitable
Muchas ocasiones pensamos que la iglesia debe ser un cuerpo sin divisiones, sin problemas, sin diferencias de opiniones, donde todos manifestemos nuestro amor porque pensamos igual y actuamos de la misma manera.
Hay muchas razones para admitir que los conflictos forman parte de la vida de la iglesia. Las siguientes son algunas de ellas:
à Las personas que forman la iglesia o institución cristiana tienen sentimientos y necesitan manifestarlos.
à Hay más de una posición respecto de cada cuestión.
à Hay muchas maneras de ver las cosas.
à El entendimiento de las cosas puede ser distinto.
à El pecado está presente en nuestras vidas.[3]
El anhelar la felicidad en cualquier comunidad humana, llámese matrimonio, empresa, iglesia, etc., siempre nos acerca a los riesgos de la diversidad, y en toda diversidad el más alto costo que se tiene que pagar, es el conflicto. La iglesia debe estar dispuesta a pagar este costo, porque el conflicto, bien enfrentado y manejado es un poderoso impulsor del crecimiento y desarrollo, tanto de organizaciones como de individuos.
Funciones del conflicto
Ya se ha expresado que el conflicto es impulsor de crecimiento y desarrollo, pero entre otras muchas funciones que pueden enumerarse del conflicto, se encuentra que:
à Permite a los grupos estructurarse a sí mismos (P. Ej. Hch. 6).
à Provee, por la emergencia, nuevas normas y apropiación de conductas adecuadas en los miembros del grupo.
à Provee significado a las estructuras mismas.
à Trabaja para estrechar las voluntades entre los miembros del grupo, sacando sus diferencias.
à Crea vínculos entre los miembros del grupo.[4]
El conflicto juega un papel muy importante en el desarrollo de toda comunidad y en especial de la iglesia. Es a través del conflicto que las normas se revitalizan y se “ponen al día”. Es cuando surgen nuevas normas que van a permitir el desarrollo de la vida comunitaria en una perspectiva más adecuada. Es un mecanismo de ajuste, mecanismo que nos invita a revisar lo estructurado y estar alertas antes de que se dejen de lado los objetivos previamente fijados, o bien, que conscientemente se propongan nuevos modelos.
Conflicto-Reconciliación
Una de las más grandes bendiciones del evangelio es la reconciliación, precioso regalo de Dios. La venida de su Hijo Jesucristo fue para traer reconciliación. Reconciliación es la palabra de gracia de Dios expresada al hombre en la sangre preciosa del Redentor. El hombre no ha creado la reconciliación, es Dios mismo quien da la reconciliación como regalo. En la solución del conflicto, nosotros no creamos la reconciliación, ésta es trabajo de Dios. Nuestro trabajo es ayudar a otros y a nosotros mismos a tener confianza y buscar y crear ambientes en los cuales las posibilidades de la reconciliación se acrecienten. La fe cristiana presenta constantemente un mensaje de esperanza para el pueblo, para la creación entera. No podemos ver hostilidades a nuestro derredor y proclamarlas y ahuyentarlas, sino presentar la realidad de la esperanza para todas las cosas. La esperanza cristiana de la vida eterna y la renovación nos hacen ver todo con ojos renovados y es así como nos acercamos al conflicto.
Señales de conflicto
Hay algunos signos que anuncian la presencia o llegada de conflictos en el seno de una iglesia o institución cristiana.
à Factores ambientales. Falta de dinero, salud, declinación de la popularidad del líder, o falta de liderazgo adecuado, etc.
à Factores congregacionales. Hay congregaciones más conflictivas que otras, propiciado esto por la historia misma de la congregación. La pérdida de liderazgo o la presencia de individuos con excesivas necesidades de reconocimiento y poder también son circunstancias que traen sufrimiento y conflicto.
à Rumores. Cuando se levanta una serie de comentarios acerca de los programas, sermones, etc., que pueden ser expresados oculta o claramente, tímida o directamente.
à Reducida participación. La pérdida de contacto personal entre los miembros y/o el pastor en el involucramiento de las actividades, organizaciones y proyectos. Cuando las personas dejan de asistir o mueven su membresía de la iglesia o dejan de ofrendar.
à Cambios en programas, liderazgo u objetivos, pueden traer conflictos para ser aceptados.
à Pérdida de habilidades. Cuando los líderes están perdiendo la capacidad de dar y llenar las necesidades de la congregación.
à Cambios en la conducta del pastor o del liderazgo de la congregación. Mal testimonio, falta de una adecuada entrega en el trabajo o ministerio al que han sido llamados.[5]
Encarando el conflicto
A pesar de las mejores intenciones, los conflictos surgirán en la mayoría de los grupos humanos, sean pequeños o no. En tales ocasiones, se encontrará quiénes son realmente amigos. Los conflictos son neutrales. La manera en que se reacciona a ellos es lo que determina si la amistad o la comunión durará o se romperá.
Se han manejado muchos métodos para encarar el conflicto, pero por lo regular todos aceptan seis principios básicos de los que ha de partir el camino del enfrentamiento y que permitirán manejar constructivamente los conflictos:
à Dar a otros el beneficio de la duda. En lugar de siempre andar buscando una agenda oculta o escondida, debe confiarse que la gente guarda su palabra y cumple sus convenios.
à Examinar doblemente la actitud propia. Afirmar la opinión propia y no ser defensivo, sino defender los derechos de la otra persona para dar a conocer
à Separar a la gente del problema. Tratar suavemente a las personas, pero duro a los problemas, esto es, amar a las personas más que las opiniones. El ser humano tiene emociones y frecuentemente también tiene diferentes percepciones y dificultad para comunicarse claramente. Los participantes deben verse a ellos mismos trabajando lado a lado, atacando el problema y no unos a otros.
à Enfocar los intereses, no las posiciones. No negociar o regatear la sustancia o esencia de una posición, sino construir sobre los intereses comunes, los cuales están conferidas para mantener las relaciones.
Es necesario enfocar los intereses, y para ello hay que identificarlos. Hay que “ponerse en los zapatos” del otro y pensar acerca de su elección, ¿por qué escogieron asI? Cada lado tiene muchos intereses y no solamente uno, pero los más poderosos intereses son las necesidades humanas básicas, a saber: seguridad física, emocional, económica, reconocimiento, amor, control sobre su propia vida.
à Inventar opciones creativas para que haya beneficio o ganancia mutua. Buscar una solución de doble ganancia ampliando el rango de opciones y acordando los principios o criterios objetivos por los cuales se pueda decidir lo que es mejor. Este punto es tan importante como debatido . Hay cuatro obstáculos principales para inventar opciones: a) Prejuicio, b) demanda de una respuesta sencilla, c) asegurar la reparación de lo destruido, d) pensar que cada quien tiene que resolver su propio problema.
De esta manera es necesario separar el hecho del juicio, traer la opción para estudiarla en lugar de ver una respuesta sencilla.
Los objetivos han de determinar las acciones y criterios a seguir. Encarar el conflicto de esta forma, nos llevará al análisis, la planeación y la discusión, viéndolos de manera constructiva y no teniendo temor de llevarlos adelante.
à Comprometerse sobre asuntos de gusto o conveniencia personal. Sin embargo, permanecer firme con integridad, sobre asuntos de principios o valores personales. [6]
Conflictos reales enfrentamientos reales
Los conflictos hay que enfrentarlos como son, reales. No podemos partir de elementos que están fuera del conflicto para trabajar, sino que será a partir de la misma presentación del conflicto. Las siguientes observaciones pueden ser útiles al enfrentar la realidad de los conflictos:
à Tener expectativas reales. Necesitamos tener claramente en nuestra mente las expectativas reales del conflicto, para que de esta manera podamos hablar de ellas. El hecho de que tenemos que esperar por una respuesta o solución a la situación no significa que no debemos hablar, por el contrario, significa que debemos ser coherentes en nuestro decir y hacer.
à Observar los motivos para hablar. Revisar los motivos que tenemos para hablar y ver las cosas de esa manera. Debemos ser movidos para ver como otros ven.
à Formular principios. La formulación de principios traerá enriquecimientos personal y grupal, a la vez que permitirá de esta manera evitar conflictos posteriores en relación con conflictos ya pasados.
à Mencionar lo no mencionable. Considerar seriamente aquello que muchas ocasiones estamos tratando de ocultar o se trata de ocultar. Si las cosas han de solucionarse correctamente, deben ser conocidas con claridad.
à Creer en el potencial de una relación. Las relaciones son más estrechas y firmes que muchas otras cosas. Es necesario apoyarnos en ellas para un mejor enfrentamiento de los problemas y/o conflictos.
Metas del enfrentamiento de conflictos
La reconciliación en Jesucristo de toda persona debe ser nuestro objetivo final. Pero debe recordarse que sin ésta, no se da la reconciliación horizontal entre unos y otros. Con esperanza y fe recordamos que vendrá el día final de la reconciliación y por ahora solamente podemos crear las condiciones y el ambiente que pueda acrecentar las posibilidades de que ocurra tal reconciliación. Veamos:
- Reducción del temor al conflicto. El temor al conflicto hace que la gente trate de evadir el problema que lo causa, pelear, llorar, crear apatía al problema, llamar por asistencia externa a la iglesia, evitar cualquier cosa que recuerde el problema. Cuando la gente no tiene temor de encarar el conflicto, acepta los recuerdos que ellos hacen, son racionales, investigan completamente y enfrentan la tarea de la reconciliación. Cuidan de la vida y relaciones del grupo.
- Decisiones claras. Una característica de todo conflicto es un estado de desagrado o indecisión entre dos o más gentes. Esto no quiere decir que toda indecisión es un conflicto, pero es el caso que en todo conflicto hay carencia de acuerdos entre dos o más personas. Algunos conflictos resultan porque un grupo ha tomado una decisión, la cual a algún miembro no le parece.
- Oportunidades de que los miembros influyan en las decisiones. Cuando los miembros tienen la oportunidad de participar en la toma de decisiones, se desarrollan más sanamente. Abrir estas oportunidades enriquecerá la vida del grupo.
- Desarrollar la habilidad de manejar los conflictos individualmente. Si un individuo aprende a manejar los conflictos grupales, será más fácil que maneje los conflictos personales.
- Desarrollar pautas para manejar el conflicto. Las constituciones, cánones, reglas parlamentarias, etc., son notorias por su vago y extraño método para lidiar con las diferencias. Las reglas parlamentarias pueden ayudar a tomar las decisiones apropiadas, pero no ayudan a desarrollar conciencia de negociación, de allí que lo más importante es desarrollar pautas para manejar el conflicto.
- Aprender sobre diversos temas. Para sostener nuestras ideas debemos investigar los temas que abarcan y al hacer esta investigación, se realizará el aprendizaje de diversas áreas que formen parte del conflicto.[7]
Por años se ha visto en el conflicto motivo de dolor, temor y hasta de rechazo. La perspectiva que se presenta ahora es diferente. El conflicto es en sí mismo una bendición de Dios para su pueblo y sus hijos. Es un aprendizaje que hay que trazar y desarrollar, un canto de victoria y de esperanza.
En esta nueva perspectiva, se levanta también la constante y aguda tarea de aprender a enfrentar los problemas y las situaciones que surgen. Tarea nada fácil, pero que sin duda, nos llevará a trazar día con día mejores recursos ambientales, espirituales y sociales para sacarle el máximo provecho a los diversos conflictos.
Enseñanza bíblica acerca del conflicto
El Señor Jesús quiere que sus iglesias sean y estén unidas. Una razón por la que el apóstol Pablo escribió la Primera Epístola a los Corintios fue que habían caído en disputas y facciones entre ellos mismos.
Os ruego, pues, hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que habléis todos una misma cosa, y que no haya entre vosotros divisiones, sino que estéis perfectamente unidos en una misma mente y en un mismo parecer (1 Co. 1:10).
Este versículo representa el ideal de Dios para la iglesia o cualquier otra institución cristiana. La apelación de Pablo por armonía fue hecha en el nombre del Señor Jesús, y por buenas razones:
Primero, Jesucristo oró por la unidad entre sus seguidores (Jn. 17:20-23). La unidad entre el Padre y el Hijo es la base y el patrón para la unidad de la iglesia. Cristo oró que sus seguidores fueran caracterizados por la misma clase de unicidad, y esto incluye a la iglesia de hoy.
Segundo, la unidad está enraizada en el carácter de Dios. Aunque Dios existe en tres diferentes personas -Padre, Hijo y Espíritu Santo- Él es uno (Dt. 6:4; Ef. 4:4, 6).
Tercero, la iglesia es descrita o pintada en la Biblia como una sola unidad, un cuerpo del cual Cristo es la cabeza (Col. 1:18).
La discordia y las divisiones batallan contra la propia naturaleza de Dios. El llamado a la unidad es una cosa, y alcanzarla es otra muy diferente. Sólo cuando la iglesia concuerda con lo que la Biblia dice, es cuando es posible tratar exitosamente las situaciones difíciles y encontrar la armonía. Cuando el conflicto aparezca, los líderes de la iglesia deberían tomar los cuatro pasos sugeridos por De Haan[8] y que a continuación se enumeran:
1.- Identificar el problema.
2.- Tener o tomar la actitud correcta.
3.- Seguir el patrón o procedimiento bíblico.
4.- Seguirlo con compasión.
1.- Identificación del problema.
Los cuatro tipos más comunes de conflictos que causan la mayoría de divisiones en la iglesia son:
· Disputas doctrinales.
· Conflictos de personalidades.
· Diferencias en cuanto a las políticas.
· Problemas de disciplina.
Veamos un poco de cada uno de ellos:
Primeramente, las disputas doctrinales. Las disputas doctrinales no son algo nuevo en la historia de la iglesia. En la historia del cristianismo, y desde tiempos del Nuevo Testamento la iglesia ha tenido que hacer frente a este conflicto. Cristo mismo apercibió a sus seguidores respecto a los falsos profetas (Mt.7:15), y Pedro habló del trato a los falsos maestros (2 P. 2). En sus cartas Pablo escribió frecuentemente acerca del peligro del error doctrinal (! Ti. 1:3; 2 Ti. 2:15, 18). Los líderes de la iglesias tienen la difícil tarea de proteger a la iglesia del error. La falsa enseñanza no debe ser permitida, sino que debe hacerse todo esfuerzo posible para tratar con el problema apropiada y efectivamente.
En segundo lugar, los conflictos de personalidades. Algunas veces cristianos sinceros y genuinos tienen una real diferencia de opinión acerca de algún asunto dentro de la iglesia. Pero cuando tal desacuerdo llega a adquirir proporciones de enemistad, ellos pueden llegar a destruir la unidad de la congregación local. Tenemos ejemplos bíblicos acerca de esto: En 3 Jn. 9,10 se habla de Diótrefes, quien amaba la preeminencia. Los corintios se habían dividido en facciones sobre varios asuntos. Unos tenían su maestro o predicador favorito (1 Co. 1:10-17), otros se llevaban ante la corte (6:1-11), y además, venían al servicio de comunión centrados en sí mismos en vez de buscar la unidad del cuerpo (11:17-22). Los líderes eclesiásticos deben ser capaces de ver las cosas diferentemente sin disputar o crear sentimientos adversos y negativos hacia otros hermanos. Un ejemplo de esto son Pablo y Bernabé (Hch. 15:36-41).
En seguida, los desacuerdos por políticas. La política de la iglesia es la manera en que la iglesia hace las cosas, sea siguiendo una estructura organizacional o poniendo en práctica algo. El apóstol Pablo instruyó a las iglesias a conducirse en una manera ordenada. El dio lineamientos específicos acerca de la adoración y el orden de la iglesia (1 Co. 11:17-34; 1 Ti. 3:5). Existen aún muchos detalles de la vida eclesiástica que no están mencionados en el Nuevo Testamento. Si las Escrituras no son específicas sobre un asunto, los miembros deben una posición, pero deben ser flexibles en los puntos donde la Palabra de Dios no es clara.
Por último, problemas de disciplina. Cuando se sigue el patrón bíblico, una mayor unidad puede resultar y la victoria espiritual puede ser alcanzada. Nuestra responsabilidad es distinguir entre lo que es carnalmente motivado y lo que viene de un deseo de pureza y restauración, y después actuar acordemente.
2.- Tener o tomar la actitud correcta.
Primero, demostrar amor. Cuando las diferencias ocurren, los miembros pueden discutir el asunto sin llegar al sarcasmo o los ataques personales. Las palabras duras o ásperas, respuestas llenas de enojo o amargura son eliminadas en una atmósfera de amor (Col. 3:12-14; Ef. 5:1-2; 1 P. 4: 8).
En segundo lugar, tener paciencia. Uno no puede esperar que coexistan pacientemente los hermanos en la iglesia si rechazamos los primeros versículos de Efesios 4. Pablo llama a los creyentes a “vivir dignamente de acuerdo a la vocación con la que han sido llamados, con toda humildad y mansedumbre, con paciencia, soportándoos unos a otros en amor, esforzándose por preservar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz” (4:1-3). Esperar pacientemente es mucho mejor que atacar a una persona o situación que produce conflicto.
Por último, ser humilde. La iglesia no existe solamente para proteger los derechos individuales de cada miembro, sino para avanzar la causa de Cristo. Por lo tanto, los derechos personales deben ser amorosa y pacientemente puestos a un lado para que la causa de Cristo avance. Las palabras de Pablo en Filipenses 2:3, 4 muestran la importancia de tener una actitud de humildad.
3.- Seguir el patrón bíblico.
Primero, para tratar problemas personales el patrón está en Mateo 18:15-20. La confrontación debe ser amorosa e individualmente. Si no se consigue la solución del conflicto, debe llevarse al hermano ante dos o más testigos. En última instancia se debe llevar el asunto ante la iglesia.
Segundo, si se trata de resolver problemas de políticas de la iglesia. El pasaje clave es Hechos 6:1-7. Primero se encara el problema. Luego se entra en acción inmediatamente, no dejando que el asunto se complique más. También hay que demostrar confianza en otros y permitir que tomen parte en el asunto.
Tercero, si son problemas de índole doctrinal el pasaje clave es Hechos 15:1-29. Antes que otra cosa hay que elaborar una estrategia. Luego hay que revisar el conocimiento que se tiene sobre el tema doctrinal a tratar. Siempre hay que ser firme, pero flexible. Se debe ser abierto pero de una sola pieza. En asuntos doctrinales no hay que dar el brazo a torcer.
4.- Demostrar compasión.
Primero, hay que recordar que las personas son importantes. El conflicto necesita ser resuelto sin arruinar al individuo.
Segundo, el seguimiento es un esfuerzo a nivel individual y de iglesia. Cada cristiano es responsable por el cuidado y bienestar de otros. Por lo tanto, si la paz va a regresar, cada uno de los miembros debe participar.
Tercero, el seguimiento debe reflejar la mente y el carácter de Dios. Esto significa que las diferencias deberán ser resueltas en un espíritu de sabiduría divina y amor.
Cuarto, el seguimiento no es un compromiso. Este no es un esfuerzo para aliviar los sentimientos de las personas puestas bajo disciplina en la iglesia. Porque ya de cierto, éstas se sienten heridas.
Quinto, sin el seguimiento nunca se podrá llegar a un acuerdo total del conflicto.
Conclusión
El deseo y la oración de Cristo es que exista unidad entre sus seguidores. Así lo expresó en su oración sacerdotal (Jn. 17). Es nuestra tarea trabajar juntos para lograr y mantener esa unidad.
Se requiere unidad en las cosas importantes y cardinales,
libertad en las cosas periféricas o no importantes,
y AMOR en todas las cosas.
El autor es Lic. en Teología, egresado del Seminario Teológico Centroamericano de la Cd. de Guatemala. Pastor de la I.B. Antioquía en Cintalapa, Chis. y de la Misión Bautista Discípulos de Cristo en Tuxtla Gutiérrez, Chis. Este trabajo fue requisito de la materia de Adninistración de la Iglesia.
[1]Satnford Orth, La armonía en la iglesia: cómo evitar y resolver el conflicto, Patrones Bíblicos y contemporáneos para el ministerio de la iglesia, SETECA, 1990.
[2]Mauro Rodriguez Estrada, Manejo de conflictos : Serie Capacitación Integral, (México, D.F.: Editorial El Manual Moderno, 1989), pág.15.
[3]Samuel González de la Mora, Una nueva perspectiva del conflicto, El Promotor de Educación Cristiana, Octubre-Diciembre 1992. Págs. 28,29.
[4]Ibid.
[5]Samuel González de la Mora, Una nueva perspectiva del conflicto, págs. 28, 29.
[6]Union Church of Guatemala, Handle conflicts with care, boletín dominical, citando a E. Glenn Wagner, Strong Mentoring Relationships.
[7]Samuel González de la Mora, Una nueva perspectiva del conflicto, pág. 29.
[8]Martin R. De Haan, How Do You Settle A Church Dispute? (Grand Rapids, Mich.: RADIO BIBLE CLASS, 1986), págs. 4-23.