Estudios Bíblicos en Siguiendo sus Pisadas

Características de la Madurez Cristiana:
Marca # 5: Propósito Único:  Devoción a Dios

Por J. Hampton Keathley III
Traducido por Juanita Contesse G.

“Mi comida es que haga la voluntad del que me envió, y que acabe su obra”  (Juan 4:34).

“Respondió entonces Jesús, y les dijo:  De cierto, de cierto os digo:  No puede el Hijo hacer nada por sí mismo, sino lo que ve hacer al Padre; porque todo lo que el Padre hace, también lo hace el Hijo igualmente”  (Juan 5:19).

“No puedo yo hacer nada por mí mismo; según oigo, así juzgo; y mi juicio es justo, porque no busco mi voluntad, sino la voluntad del que me envió, la del Padre”  (Juan 5:30).

Los dones de los hombres, citados en Efesios 4:11 son otorgados por el Salvador para equipar a los santos para la obra del ministerio, para construir el cuerpo de Cristo.  La meta es conducir a todos los creyentes a la unidad de fe y al conocimiento del Hijo de Dios; una meta que está más definida como una persona madura que intenta llegar a la medida de la estatura completa de Cristo —semejante a Cristo en Su carácter.  Por cuanto llegar a ser como el Señor Jesús es la medida de la madurez, el crecimiento en la devoción como único propósito, que caracterizó en forma tan completa Su vida, es ciertamente un ingrediente del crecimiento espiritual y una medida de la madurez.  Debido a que el Señor Jesús es el epítome de la devoción hacia la voluntad del Padre, es difícil imaginarse a alguien que esté verdaderamente creciendo en Cristo y que no esté igualmente creciendo en dirección a tener sólo un propósito:  la devoción a Dios.

Cuando el Señor llama a hombre para ser Sus discípulos, una de las calificaciones fundamentales fue que tuvieran un compromiso total con el Salvador.  El Señor Jesús pasó Su vida entrenando hombres para que llegaran a ser discípulos que estarían completamente dedicados a Él, a Su comisión de llevar el evangelio a un mundo perdido y a construir a hombres y mujeres en Cristo.

Pero, ¿quién es realmente un discípulo?  Ser un discípulo, ¿es sinónimo de ser un creyente?  ¿Se usa este término alguna vez para los no creyentes?  ¿Existes varios tipos o grados de discípulos?

En el amplio sentido de la palabra, discípulo significa:  ‘alguien que aprende, alumno, aprendiz, adherente, seguidor’.  Un estudio de la palabra discipulado en el evangelio de Juan, sugiere que existen grados de discipulado, lo que J. Dwight Pentecost llama los curiosos, los convencidos y los comprometidos. [1]   Ser un discípulo en el amplio sentido es llegar a ser un seguidor o un aprendiz de Jesucristo.  Pero en un sentido más estrecho, como lo usa el Señor en Su ministerio, ser un verdadero discípulo significa estar completamente comprometido para seguirle y aprender de Él.  Significa una vida de devoción hacia Cristo, con auto-negación y obediencia a Su Palabra.

En esta clase de discipulado, que Él tan bien definió como el verdadero discipulado (Juan 8:31), el Señor agregó condiciones muy exigentes, porque sin ellas la meta de un discípulo —llegar a ser como Su maestro (Lucas 6:40), transformarse en Su imagen (Romanos 12:1-2)— no se cumpliría.  Sin embargo, éstas no deben considerarse condiciones para la salvación.  Más bien, son un resumen de niveles más profundos de fe y compromiso.  El discipulado entonces, como está ilustrado en la vida de Pedro, denota una nueva dirección y un camino a seguir, no un estado o llegar.  Como podemos concluir de los evangelios, el discipulado es el proceso de santificación empírica mediante el cual el creyente, al seguir y crecer en el Señor, es transformado en la imagen madura de Cristo por el Espíritu de Dios (2ª Corintios 3:18; Efesios 4:12s).

Pero, ¿qué quiso decir el Señor con:  “no puede ser Mi discípulo” en Lucas 14:26 y 27?  ¿Significa que Él no permitiría a esa persona servirle o seguirle?  ¿O quería decir que esa persona no poseía la habilidad de hacer la elección correcta porque el discipulado tiene un costo —no como la salvación que es completamente gratis?  A este respecto, se podria comparar el propósito del evangelio de Juan con el de los demás evangelios.  En los evangelios sinópticos (Mateo, Marcos, Lucas), el énfasis se encuentra en el costo de seguir al Señor como discípulo.  En el evangelio de Juan, el énfasis se encuentra en la libertad que da el evangelio al seguir a Cristo.

Otra pregunta clave es.  ¿Qué se entiende por compromiso?  Por último, como se sugiere en Lucas 14 y en Romanos 12:1, significa morir a sí mismo y permitir que el Señor se haga completamente a cargo; significa que por fe entregamos la dirección de nuestra vida al control y a la voluntad de Dios.  Expresado en otras palabras:  el compromiso significa dedicar nuestra vida a la voluntad revelada de Dios; significa el deseo y la voluntad de decidirse por el Señor y Sus valores, sin considerar en el costo.  En esencia, entonces, es un propósito único que origina amar al Señor con todo el corazón.  Significa ponerle a Él en primer lugar y de este modo, buscar el reino de Dios, i.e., el reino y las ordenanzas de Dios en nuestra vida.

Fundamentalmente, la devoción con un solo propósito hacia Dios, es un asunto de fe o confianza implícita en Dios.  El Señor nos enseña en Mateo 6:19-34, que al tener una visión sana nos da la claridad necesaria de ser libres y capaces de servir a Dios como nuestro único maestro, más que el dinero y las posesiones (ver 6:22-24).  Es un asunto de fe en el carácter amoroso de Dios y en Su soberana habilidad de proveer (ver 6:26-30).  En el Decálogo, el primer mandamiento, es:  “No tendrás dioses ajenos delante de mí”  (Éxodo 20:3).  La base de este mandamiento fue el hecho de la redención del pueblo fuera de la tierra de Egipto, una tierra de politeísmo donde el pueblo adoraba a muchos dioses —el dios del maíz, el dios de la fertilidad, el dios de las tormentas, etc. No les era suficiente adorar a un sólo Dios.  Adoraban a todos los dioses de manera de obtener ayuda en todas las áreas de sus vidas.  Por lo tanto, al reunir todos los mandamientos en la declaración:  “Yo soy Jehová tu Dios, que te saqué de la tierra de Egipto, de casa de servidumbre” (Éxodo 20:2), Dios estaba llamando a la nueva nación a dejar de vivir de la forma antigua y a comenzar nuevamente basados en una fe y lealtad total al Dios de Israel.

«…Es como Él dijo:  al liberarles del Faraón y sus huestes “con mano poderosa y brazo extendido”, mediante señales y prodigios, por la Pascua y el cruce del Mar Rojo, les di el ejemplo de los que puedo hacer por ustedes, y les demostré lo suficientemente claro que en cualquier lugar, en cualquier tiempo, en contra de mis enemigos, bajo cualquiera privación que sea, les puedo proteger, les puedo proveer y darles todo lo que se requiere para una vida verdadera.  No necesitan otro bien sino a Mí; por lo tanto, no se engañen buscando otro bien que no sea Yo; pero deben servirme a Mí y sólo a Mí.

En otras palabras, en el primer mandamiento Dios le dijo a Israel que debían servirle a Él en forma exclusiva, no sólo porque estaban en deuda con Él, sino que también porque Él era de su completa y exclusiva confianza.  Debían inclinarse ante Su autoridad absoluta sobre ellos en base a la confianza en Su completa suficiencia para ellos.  Y, claramente, estas dos cosas debían ir juntas, pues difícilmente podrían servirle con todo el corazón, excluyendo a los demás dioses, si dudaban en Su absoluta suficiencia para proveer cualquier cosa que pudieran necesitar» [2]

Es el tipo de confianza y devoción exclusiva a la que Cristo nos llama como Sus discípulos.  Basado en la suficiencia completa y en la obra terminada de Cristo, Dios ha hecho lo máximo por nosotros que nos garantiza Su suficiencia total para cualquier cosa que Él nos llame aquí en esta vida.  “El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas?”  (Romanos 8:32).  Por último entonces, todos los mandamientos, principios y promesas, están resumidos en esta gran verdad:  “…Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente.  Este es el primero y grande mandamiento”  (Mateo 22:37-38).

Por supuesto, una de las metas del discipulado es llegar a ser como el Maestro (Lucas 6:40) y ser transformado a la semejanza del Salvador (cf. Romanos 12:1-2) que fue el ejemplo supremo de la devoción con un solo propósito hacia Su Padre.

Entonces, ¿qué hace la falta de compromiso a la habilidad de alguien para servir al Señor?  Como se nos señala en Mateo 6:24 y en Lucas 14:26-27, la falta de compromiso nos deshabilita y nos esclaviza a valore erróneos que a su vez originan amores, prioridades y búsquedas equivocadas.  El resultado es que cuando el creyente con una devoción parcial o con varias devociones, se enfrenta a dificultades o elecciones difíciles, se ve incapacitado de hacer la elección que corresponde por cuanto al tener una devoción exclusiva de compromiso, da la libertad necesaria para hacer la elección correcta a través de un conjunto de nuevos valores celestiales y eternos, prioridades y búsqueda.

En forma precisa, ¿a qué se parece un discípulo con un propósito único?  Él o ella está comprometido a vivir su vida como un peregrino, como un residente absolutamente temporal, como alguien que está deseoso de viajar por la luz con una visión de luz sobre las cosas.  Y de la forma cómo conduce o guía el Salvador, él o ella es alguien que desea hacer lo que los que tienen dos o más objetivos, se rehúsan a hacer —entregar salud física y seguridad, que con frecuencia están asociados con posesiones, prestigio, comodidades y otras cosas que el mundo atesora y anhela.  Con su tesoro en el cielo y sus ojos en el Salvador, los discípulos devotos no trabajan para obtener tesoros en la tierra, o para lograr tener un estándar elevado para vivir; pero puede vivir sin posición, sin poder, sin posesiones o sin popularidad.

Algunas preguntas que son importantes evaluar:

1.      ¿Cuáles son algunas motivaciones para el compromiso?  Ver 1ª Corintios 6:19; Jeremías 10:23; Romanos 12:1-2; 1ª Juan 2:15-17; Tito 2:11-15.

2.      ¿Es el compromiso una evidencia de madurez y visión interna hacia la vida?  Si es así, ¿cómo?

3.      ¿Por qué el Señor menciona la familia en dos pasajes (Mateo 10:37 y Lucas 14:26) en relación a la capacidad de ser un discípulo devoto?

4.      ¿Dónde estoy en este asunto del compromiso o devoción con el Señor?  ¿Qué hay en mi vida que

Nuestra capacidad para servir al Señor, está directamente relacionada a la fe y al compromiso que tengamos en y con Él y a los valores y prioridades de Dios.  Pero el propósito único de devoción, es también una evidencia de madurez y de visión interior a lo que es verdaderamente significativo y a lo que realmente tiene ramificaciones en la vida.  Entonces, el compromiso o devoción total al Salvador, es también una evidencia de una fe que madura y que se aferra a la realidad de los tesoros eternos (cf. 2ª Corintios 4:16-18; Mateo 6:19-21, 30-34; 1ª Pedro 1:17-18).

Una pregunta importante sobre la que debemos reflexionar, es:  “¿Estoy haciendo lo imposible en servir tanto a Dios como al mundo?”  Jesús dijo:  “Ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro.  No podéis servir a Dios y a las riquezas”.  Santiago también habló de los efectos de “tener doble ánimo”.  Escribió:  “No piense, pues, quien tal haga, que recibirá cosa alguna del Señor.  El hombre de doble ánimo es inconstante en todos sus caminos”  (Santiago 1:7-8).  Entonces, debemos formularnos la siguiente pregunta:  “¿Quién y qué tiene mi lealtad y mi devoción?” 


[1] J. Dwight Pentecost, Design for Discipleship [Diseño del Discipulado], Zondervan, Grand Rapids, pp. 14-17.

[2] J. Becker, Knowing God [Conociendo a Dios], InterVarsity Press, Downers Grove, 1973, pp. 243-244.